domingo, 6 de diciembre de 2009

Los años con Laura Díaz

1870: Un bandido le arranca cuatro dedos de la mano a la alemana y altiva Cósima, abuela de Laura Díaz. 1905: Las hermanas frustradas y solteronas de Leticia-una aspirante a pianista y la otra a poeta- se solazan en recordar a sus padres lo que no pudieron ser. 1920: Laura se casa con Francisco López Greene, líder revolucionario. 1939: La judía Raquel Mendes Alemán es pateada por los agentes de Hitler en las calles, mientras proclama la gloria de Cristo.

Todos estas historias y microhistorias se tejen en una trama de 518 páginas en las que Fuentes utiliza monologos, diálogos verosímiles y descripciones de época que abarcan un período comprendido entre 1905 y 1970, y cuyo narrador es un fotográfo, biznieto de Laura.

Fuentes alterna los sucesos históricos de México con la vida privada y familiar de Laura en la que se nota el deseo íntimo de libertad en sus diversas facetas: como mujer, como artista, como amante, pero también como ciudadana de un país en el que las contradicciones son pan de cada día.

Llama especial atención el retrato íntimo de Diego Rivera y Frida Kahlo así como la cercanía del autor con los pensamientos femeninos. En la figura de Laura el amor es lucha y le gana a las discusiones racionales de los hombres que dejan huella en su vida pero son reservados y misteriosos.

Fuentes evoca a México a través de los sabores, (la carne deshebrada en cilantro o cuajada de oscuras salsas manchamanteles; la repostería monjil y los cafés mundanos, pausados, conocedores del calor y del insomnio, amigos de las siestas y las lunas); los sentimientos (Él me trata de puta, y me gusta, yo le digo que me imagino haciendo el amor con el chicano que me mutiló y le gusta a él, somos cómplices de un amor intenso sin amor ni reticencia) y las memorias de dolor (Nadie tiene derecho a reconocer un cadáver, nadie tiene derecho a llevarse a un muerto(...) Arrójenlos a la fosa común. Qué nadie los reconozca).

Lo único que tal vez se le reprocha a la obra es que a veces convierte los pensamientos femeninos en un discurso ya demasiado cursi y obvio.

Pero a pesar de ello, esta obra triunfa cuando nos impregna de un relato individual y otro colectivo. El primero invita a ser cómplice. El segundo devela lo que a veces se olvida: La historia violenta que también en nuestro país cargamos como un fantasma.

Los años con Laura Díaz
Carlos Fuentes
ESPASA, 1999

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