domingo, 13 de junio de 2010

Nieve

Un poeta y periodista viene desde Frankfurt, Alemania, a un pueblo de Turquía para averiguar la causa de los suicidios de varias jóvenes empañoladas; al menos, eso es lo que dice a quienes le preguntan. El poeta, cuyo seudónimo es "Ka", se aloja en el Hotel Nieve Palace, perteneciente al padre de una antigua compañera suya, Ípek, cuya belleza insuperable es díficil de imaginar para los lectores.

En la historia todo va bien: la configuración del personaje con sus miedos, su choque entre los valores orientales y occidentales, su deseo egoísta de felicidad y el conflicto interno rodeado de la violencia política; la descripción del pueblo olvidado con la memoria de las casas y lugares que otrora épocas tuvieron una historia gloriosa; el narrador omnisciente que termina siendo un personaje de la novela; los juegos entre el recuerdo y el presente; las metáforas de la nieve y las pequeñas historias que se abren en cada página como muñecas rusas.

Desgraciadamente y cuando ya está recorrida una parte del libro, empiezan a desarrollarse los acontecimientos frenéticamente. Parece como si entonces, estuvieramos asistiendo a una película de acción hollywoodense o a un melodrama barato en el que deja de haber una explicación para los sentimientos y acciones de los personajes. Es una lástima que la historia que venía desarrollándose con anterioridad de pronto se comience a agrietar; se elimina la profundidad en el tratamiento; hasta el tono de predestinación se arruina por los retazos sueltos. Por supuesto, este nuevo ritmo puede haber sido pensado para que el lector se emocione cerca del final; sin embargo, no todo tiene una conexión con el principio y se introduce además un tono sensiblero.

No he leído otras novelas del premio Nobel Orhan Pamuk que quizá sean mejores; vale la pena leer Nieve por la forma en que trata en los valores de la sociedad turca y sus contradicciones, pero, para ganarse un premio, merece antes una buena revisada.

Nieve
Pamuk, Orhan
Alfaguara, 2002.