viernes, 20 de marzo de 2009

La vida en un diálogo


Conversaciones con mi jardinero

Siempre me han gustado las películas simples. Aquellas en las que, aparentemente, no hay una gran historia. No hay un crimen, una patada a la puerta y para finalizar, el beso del héroe que salvó a su familia, su nación o su planeta. En las películas simples, no pasa nada y pasa de todo. En dos horas, condensan la vida y el tiempo. "Conversaciones con mi jardinero" dirigida por Jean Becker y protagonizada por Daniel Auteil y Jean-Pierre Darroussin, es una de esas obras que a través de un eterno diálogo muy bien interpretado por los actores, nos dice muchas cosas.

La historia es así: El antiguo compañero de un pintor llega a su casa para trabajar como jardinero. La personalidad intelectual y un poco egocéntrica del primero choca con la sencillez del segundo, quien lo único que hace es vivir sin complicaciones. Una de las escenas que más me gustó es cuando el jardinero llega en una diminuta bicicleta, perseguido por un perro. Se repite varias veces como una imagen de lo cotidiano y lo bello al mismo tiempo. Pero una de las más memorables es aquella en la que se van a pescar juntos y el jardinero busca atrapar una carpa como si fuera la muerte misma.
Otras
Todavía recuerdo esas películas cuyos diálogos me han conmovido:

"Una historia sencilla" de David Lynch, cuyo personaje viaja muchos kilómetros en una podadora para visitar a su hermano enfermo.
"12" una película rusa de Nikita Mikhalkov desarrolla la conversación de unos jurados y, entre muchas otras cosas, muestra la mirada de la justicia desde los recuerdos y las experiencias de sus protagonistas. Todo o casi todo pasa dentro de un salón. Sin necesidad de llevarnos a otra parte, el director nos mantiene embobados.
"Antes del amanecer" y "Antes del atardecer" , un encuentro casual como el del pintor y su jardinero, pero enmarcado en una historia romántica.
En una de las escenas de "Rapsodia en agosto" de Akira Kurosawa, pasa lo contrario: Dos ancianas que han vivido la bomba de Hiroshima y Nagasaki se miran en silencio durante una hora. Cuando uno de los nietos le pregunta qué hacían, ella le responde: "Estabamos hablando". A veces, el silencio es también un diálogo.

Silencio
Tal vez, los diálogos que me gustan son aquellos en los que hay tanto silencio contenido, que alcanzamos a escuchar la vida y el encuentro, porque, no más una mirada, puede cambiarnos a través del otro, así como en Closer.
Volviendo a la película, cabe decir que la fotografía es hermosa y vale la pena verla muchas veces.